"Los estudios muestran que el 96% de los niños engañan a sus padres, y sin embargo, la mentira no es el tema número uno en las juntas de los padres ni en los bancos de los patios del recreo"
(Po Bronson & Ashly Merryman).
POR EDUARDO CONTRERAS.
Se sabe que los adultos tienen una dificultad para detectar la mentira infantil, y además, tienen falsas creencias al respecto. Por ejemplo, que entre más pequeño es un niño o niña, miente más y es al revés, entre más grandes son mienten más porque se necesita habilidades cognitivas para decir bien una mentira. También los adultos piensan que los niños más introvertidos mienten más, pero eso también es falso porque se necesita habilidades sociales para mentir bien.
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¿Por qué los niños mienten?
En general se sabe que los niños mienten porque se les enseña que la verdad es castigada. Es decir, si un niño dice la verdad, como consecuencia tiene un castigo generalmente por parte de los adultos y en lugar de enseñarles por qué no deben mentir, se les enseña que si dicen la verdad serán castigados.
Por otra parte, los niños mienten porque quieren hacer sentir feliz a papá o a mamá. Por ejemplo, cuando un niño ha cometido un error, si dice la verdad papá o mamá se enojarán o se pondrán tristes seguramente y por eso mienten.
Por otro lado, también los niños mienten porque lo aprenden de los adultos. Muchas veces los adultos no tienen la intención de decir mentiras delante de los niños, pero, de manera implícita las dicen y frecuentemente cuando tienen un problema o quieren suavizar una situación pueden llegar a decir una mentira delante de los niños, y ellos lo aprenden.
En resumen, las recomendaciones de los expertos son, enseñar a los niños a decir la verdad y por qué no deben mentir en lugar de castigar la verdad. También expresarles que si dicen la verdad van a hacer sentir bien a papá o a mamá y finalmente evitar mentir delante de los niños y niñas.
Me gustaría terminar esta publicación con el cuento del cerezo:
El cuento del cerezo.
Había una vez un niño que estaba con su papá en su jardín, su papá había plantado un cerezo y de pronto le dijo, hijo ahorita regreso cuida el arbolito para que esté bien. Entonces cuando su papá se fue, él se quedó jugando y por accidente rompió el cerezo. Cuando su papá regresó y le preguntó que pasó, el niño le dijo la verdad y en vez de regañarlo su papá le dijo que prefería tener un cerezo roto a que su hijo le diga mentiras.
A continuación, mira el video de esta publicación y sígueme en YouTube, DA CLIC AQUÍ:
¿Por qué los niños mienten?
En general se sabe que los niños mienten porque se les enseña que la verdad es castigada. Es decir, si un niño dice la verdad, como consecuencia tiene un castigo generalmente por parte de los adultos y en lugar de enseñarles por qué no deben mentir, se les enseña que si dicen la verdad serán castigados.
Por otra parte, los niños mienten porque quieren hacer sentir feliz a papá o a mamá. Por ejemplo, cuando un niño ha cometido un error, si dice la verdad papá o mamá se enojarán o se pondrán tristes seguramente y por eso mienten.
Por otro lado, también los niños mienten porque lo aprenden de los adultos. Muchas veces los adultos no tienen la intención de decir mentiras delante de los niños, pero, de manera implícita las dicen y frecuentemente cuando tienen un problema o quieren suavizar una situación pueden llegar a decir una mentira delante de los niños, y ellos lo aprenden.
En resumen, las recomendaciones de los expertos son, enseñar a los niños a decir la verdad y por qué no deben mentir en lugar de castigar la verdad. También expresarles que si dicen la verdad van a hacer sentir bien a papá o a mamá y finalmente evitar mentir delante de los niños y niñas.
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El cuento del cerezo.
Había una vez un niño que estaba con su papá en su jardín, su papá había plantado un cerezo y de pronto le dijo, hijo ahorita regreso cuida el arbolito para que esté bien. Entonces cuando su papá se fue, él se quedó jugando y por accidente rompió el cerezo. Cuando su papá regresó y le preguntó que pasó, el niño le dijo la verdad y en vez de regañarlo su papá le dijo que prefería tener un cerezo roto a que su hijo le diga mentiras.
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Bien, nos leemos pronto y recuerda que sin salud mental no hay salud, hasta luego.
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