POR EDUARDO CONTRERAS. Hace mucho tiempo, cuando yo tenía 16 años trabajaba en un taller de carpintería. En ese momento, quería tener dinero para poder comprar un coche. Recuerdo que una vez, llegó un cliente al taller, que se dedicaba a vender autos. Entonces, quise comprarle un auto, pero, esa persona, me dio sólo el coche y no me dio los papeles (documentos oficiales); me dijo que estaban en trámite, pero, que pronto los iban a actualizar y me los iban a dar, sin embargo, eso nunca pasó. Foto de Juliana Barquero en Unsplash Terminé regresando el coche y no me devolvió el dinero que le había pagado por él. Me engañó, me estafó y me sentía muy mal; me sentía avergonzado, me deprimí y estaba muy enojado, no sabía cómo recuperarme. Pasó mucho tiempo para poder sentirme mejor, por lo que había pasado y ahora que lo recuerdo, lo que yo más deseaba era el reconocimiento de las personas, me exigía a mi mismo, tener un auto para tener el reconocimiento de otros/as y pensaba que lo necesita